14 octubre, 2013

La enana (luchadora)

La enana luchadora ha perdido en una de las batallas más importantes a las que se había enfrentado. Sabía los riesgos que corría pero era valiente y quería más que nada conseguir vencer. Estaba tranquila pues tenía entre sus manos una espada que hacía poco había encontrado. Estaba bien afilada y su tacto era dulce, suave. Era de las mejores espadas jamás creadas y confiaba plenamente en ella. Pero desapareció sin más, con pocas explicaciones y dejando un rastro casi que de cobardía en la arena de aquel estadio. La enana luchadora se encontró con la bestia de frente sin armas con las que defenderse y pasó lo que imaginaréis... Palabras, lluvia de miedos, impactos llenos de inseguridades empezaron a golpearla sin piedad por los costados, la cara, los brazos, el alma. Cayó abatida en el suelo, sabiendo que le costaría más que nunca volver a levantarse esta vez pues... ya había sentido algo así pero no con una bestia tan despiadada.
Ahora la enana sigue siendo enana pero la palabra luchadora o luchar, no se encuentran en su vocabulario. No se encuentran en su forma de ser. Ya no confía, le duele más que nunca el pecho y vive constantemente con una bola de tristeza en lo más profundo del esófago. Porque no siente más que eso, tristeza. Una prenda pesada que lleva sin querer y que por más que tire de ella para despojarse, sigue aferrada a cada centímetro de su piel. Siente angustia, ansiedad en cada pisada, cosquilleo en los talones y no puede para ya quieta. Pero sigue serena, calmada, cuenta hasta mil para dejar que baje la tristeza de la garganta e intenta caminar con paso firme. Aún así, se siente perdida, oprimida viviendo una vida en la que no encaja. Con responsabilidades que no debe tener y con libertades que necesita tener. Quizás lo único que precisa es comprensión, cariño y aprender a vivir sin sentir tanto. La patatita que latía cada día con más fuerza ha perdido esa vitalidad y le duele, le molesta que sea así. ¿Ha sido alguna vez totalmente feliz?, se pregunta. Seguramente no, pero dicen que lo bueno se hace esperar... y ella está cansada ya de ser paciente.

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