30 septiembre, 2013

Porque todo se merece tener un final feliz

Y es entonces cuando la escucho y... ¡bombombombea mi suerte, me vuelvo valiente!
¡Cómo me gustan los cantautores!

Misiva furtiva

Me duele el pecho, las costillas y el alma de tanto dolor y rabia. Camisas de fuerza se ensañan con mi estómago, presionando, oprimiendo, quitando cualquier intento de respiración. De superación. No me equivoqué cuando dije que eras fugaz, pues lo has sido. No me equivoqué tampoco cuando dije que eras lo mejor que había encontrado.
Puedo demostrarte día a día quién soy, tan solo basta que me dejes. 
Te has dedicado a hacer guardia en mis pensamientos, a desbaratarme los sentimientos y hacer acto de presencia en mis sueños. Quiero arrojarte de ellos y sacarte de mi mente si yo no estoy en los tuyos.

Déjame enamorarte.

28 septiembre, 2013

¡No toca perder!

Qué bonito es entender que no consiga imaginarme sin tu amor, ya ves.
Qué bonito es.
Qué bonito es entender que cada paso que tú des también yo lo daré, ya ves.
Sin preguntarte.

Desnuda

No tengo letras, tampoco palabras. Parecen haberse esfumado con la brisa, jugando al escondite con tus besos. No escribo e intento no lamentarme y despojar esta culpa que me corroe inventando excusas que llevan de título tu nombre. Mis sueños se desvanecen, el olor de tu piel con el roce de la mía se evapora y tú; tú te escapas de mi mente y te llevas a cuestas mi imaginación. Solo queda esperar y desear que te pese tanto, como para que pares y te vuelva a secuestrar en lo más profundo de mi pecho. Mis brazos no llegan a alcanzarte y mis piernas empiezan a flaquear. ¿Debo parar? Te has llevado contigo lo más valioso de mi ser. Me dejas desnuda y parece que la faz de la tierra se gira y mira hacia mí, analizando mi curvatura, detallando los más insólitos defectos, poniéndole el punto y la coma a mis indefinidos pechos; y tú, también me miras. Es hora de que vengas con esa pesada maleta y me la devuelvas, me dejes vestirme y la gente deje de examinarme. Parece que los ojos se multiplican y son más los que me observan. Mírame y apiádate de mí. De esa maleta. De nosotros. Y sobre todo, de mis escritos.

26 septiembre, 2013

Te pienso tanto, amor

Eres amor. Amor en todas sus variantes.
Amor cuando quieres y cuando no.
Cuando tus ojos me besan y tus labios me miran...

Porque eres Roma.
Al revés, sobre todo al revés.
Pero también al derecho y de costado.

Eres magia. Magia en mis dedos y en los tuyos.
En tu voz, que me acaricia y me calma.
Porque antes de ti no había nada.

Eres fugaz, casi efímera.
Notas que suenan y se esfuman,
pero te retengo y te pienso...

Vuelves a ser amor, amor.
Porque me cobijo en tus brazos, en tu pecho.
Y es entonces, cuando de repente, me besas.

Todo se para.
O se acelera.
No lo sé.


21 septiembre, 2013

Qué somos tu y yo, sino dos almas separadas por el abismo del orgullo. Dos muros que chocan y se destruyen. Forzados a mantenernos alejados, fugitivos del amor, cansados de esperar a que nos vengan a esposar y nos hagan vivir presos en una fantasía idealizada.
Me hacía pequeña, tan diminuta, que me perdía entre los surcos de tus dedos. Me encontraba todas las caricias que nunca me diste, aterrorizadas, perdidas e infelices, suspirando por un halo de roce. Me querían, juro que querían también mis caricias...
Pero me fui, y entre mis huellas, también empezaron a multiplicarse las caricias nunca dadas, Me empecé a parecer a ti, a tus desaires, a tu manera de mirar y a la forma de decir que no me querías.

Pero teníamos demasiados pecados compartidos y una mochila inmensa de recuerdos y vivencias. Tú eras ella. Por más que intentabas huir, ahí seguía yo. Como siempre te prometí. Ya era hora de despojarte de aquel orgullo, de cogerlo y arrastrarlo junto con las inseguridades. Aquellas que no nos dejaban avanzar. Y tú eras ellas, todas y cada una de las desconfianzas surgían en mí y que odiaba tanto...

19 septiembre, 2013

Porque contigo las locuras empiezan a tener sentido...

Las casualidades no existen. Contigo lo he aprendido. Algunos lo llaman destino.
Dicen que lo que no se ve no significa que no exista, que es fe. ¿Puedo entonces, tener fe en ti?
No siempre estás al despertar, pero te siento a mi lado. Que me rozas, que me estremezco si siento tu aliento en mi cuello.
No quiero representar el olvido de los kilómetros de la distancia. Sé que no puedo estar contigo siempre, pero que sepas que tú conmigo sí lo estás. Que no te olvido por un instante y que no dejo que se interpongan números ni opiniones.
Te retengo en mis brazos y ni por un segundo dejo que se esfumen nuestros deseos bajo mis yemas.
Porque eres poesía en mis manos, versos inacabados esperando que alguien los finalice y un compás acelerado en mi miocardio cuando me miras. Cuerdas vibrando en el mástil de mi guitarra, dedos exhaustos pisando notas, caricias que te envío con cada acorde, corcheas y fusas que bailan alrededor de nuestros cuerpos. Canciones que esperan a ser compuestas y un ritmo que desea ser plasmado en pentagrama.
Pero miro a mi alrededor y no estás. Quiero dejar de pensarte esta noche y que estés por fin aquí.
Tengo miedo, miedo que se evaporen nuestras promesas aún sin cumplir, nuestros proyectos. Ambiciones que creamos a partir de un mismo sentimiento...y es que no quiero que salga corriendo por la puerta y se cierre de un portazo. Es difícil explicar un sentimiento nuevo, unas caricias diferentes, unos labios tan parecidos...
Quiero ser la sonrisa que se dibuja en tus labios al andar por la calle, que te recorra el mismo relámpago que a mi cuando me besas, ser la melodía que ronde tu cabeza por las mañanas... Rozarte con la mirada, seducirte con las manos.
Quiero gritar tu nombre fuerte, bien fuerte.
Tú lo entiendes, pues mi pasado no ha sido más que simulacros.
Esta vez, quiero representar la obra más bonita jamás escrita. Sin cortes ni tomas falsas, en directo y sin trampas.

15 septiembre, 2013

Despacio, deprisa y a lo loco

Dejo de imaginar, y por un instante, desapareces entre el horizonte de mis pupilas tiritantes. Me dejo llevar por la corriente de la ignorancia y acabo con mis labios a tres centímetros de los tuyos. Pero dejo que sea una coincidencia. Como todas esas que ocurren bajo las sábanas de mi cuarto cada viernes cuando nos quedamos a solas. Porque soy yo y  no tú, la que corre y se esconde. La que trata de ser la chica que desees que sea y me pierdo. Me olvido quién soy, hasta que llega el instante en que no sé dónde he acabado. Donde hemos acabado. Porque ya no sé si debo agregarte al verbo, a mis pensamientos o a mis actos. Debe ser coincidencia eso de que te roce con la yema de mis dedos mientras te digo mil veces que debes marcharte. Pero debo ignorar que quiero que te quedes. Dependemos siempre de lo que piensen, pues yo dependo de ti. Me haces sentir más ligera de lo que nunca seré y te quiero con fuerza, con rabia, con los ojos cerrados y abiertos. Te quiero despacio, deprisa y a lo loco. Te quiero sin pensarlo, a escondidas y en silencio. Te quiero a gritos, gritos en mi alma y en mi casa. Te quiero a oscuras, a la luz del día o bajo la manta. Porque te quiero sin reparos, siempre, siempre te quiero. Debes ser tú la causa de mi ajetreo emocional, pues mi cuaderno comienza a teñirse de amarillo apagado y el lápiz hace tiempo que está sin punta. Pero mis labios siguen húmedos, mojados de ti. Rociados de tu aroma y sigo aquí, sin escribir y cobijada en tus brazos.

14 septiembre, 2013

Lleno mis pulmones con fuerza. Los baño de felicidad, de un aire fresco salido de los tuyos. Mis labios exhaustos no reparan en ello, pues prefieren seguir enganchados al timón de tu lengua. Dedos entrelazados bailan al compás del tamborileo de tu corazón loco, apasionado. Fuegos artificiales salen de tu pecho para caer despedidos en lo más profundo de mis senos. Cierro los ojos y no hago más que verte y tú mientras, me transmites algo que nunca sabré que es, pero de lo que creo que sin ello no cobraría sentido mi existencia. Tus cortas y repetidas respiraciones componen una melodía sutil para mis oídos, algo de lo que Mozart quizás nunca tuvo oportunidad de saborear entre susurros ahogados. Saboreo tus pestañas, tus párpados y me queda tiempo para mirarte las pupilas y pensar que no hay mujer más dichosa que yo en este mundo. Me acuesto en tu pecho e intento acompasar mis respiraciones con las tuyas, hacernos uno y repetir de manera indefinida un placer que pocos han podido experimentar de manera tan intensa. Quizás estoy atolondrada al pensar en un mañana despistado, desbaratado entre tazas de café a medio beber por toda la casa y besos olvidados en el microondas. Mis libros podrían estar cobijados en una sola habitación, mientras tus grandes retratos custodiasen las paredes. Sé que me fotografías mientras estoy en sueños. El insólito ‘click’ es perceptible a kilómetros, pues con él desprendes una pasión que muchas veces me gustaría que tuvieras conmigo. Pero que sepas, que yo también lo hago. Yo también te capturo. Te susurro sin quererlo. Te congelo, te reproduzco, te represento cada minuto en mi mente sin que te percates. Quizás alguna de estas capturas pudieran estar expuestas, pues pocas cosas hay más bellas que tu sonrisa cuando me miras. Eres magia sin quererlo, sin saberlo. Fantasía en una copa de alcohol, corcheas flotando en mi mente, melodías difusas que bailan un vals en mi boca, pues eres como la música: capaz de arañarme el alma, reparármela o jugar con ella y hacerme cosquillas. Mis dedos actúan tal y como si estuvieran componiendo una armonía en el piano más bello, pero sencillamente están trazando líneas en un cuerpo que podría haber sido esculpido por los dioses del olimpo. Y es que eres París, París con sus calles, con su torre Eiffel y su acento parisino. Porque a veces representas los kilómetros y la nostalgia, las horas reparando en tu espera o este sobrio texto. Estás en los ojos de aquel desconocido del metro, que queriendo o sin quererlo, me mira como tú lo harías. Te siento en ese frío que me corta, que se apodera de mis movimientos y me inmoviliza como si me estuvieras abrazando, porque eres la personificación de los besos robados, la metáfora de los ‘te quiero’ o la retórica de mis pasos. 

Mientras jugábamos a atrapar el viento

Los nudillos se me agrietan, por la falta de vehemencia de tus palabras, y el limón de tus mentiras no hace más que intentar desinfectar todo lo que has provocado. Y te aferras, y me aferro, a lo que hemos construido con falsas promesas, y un brindis al aire con lo poco que nos quedaba de vergüenza.
Mis yemas han dejado de echarte de menos, quizás porque tus ojos no me llaman en silencio, quizás porque tu boca no me observa desde lejos. Quizás, no eres lo que esperé, ni tanto menos lo que deseé. Pero pudimos bebernos a chorros la dignidad, incluso el alma... pero preferimos callar y mentir. Traicionarnos y jugar con lo prohibido. Nos dejamos llevar y nos gritamos lo efímero. Intentar reconstruir lo inexistente era algo por lo que luchábamos constantemente... sin recompensa. Debimos emerger y susurrarnos, arrancarnos el corazón y con un mordisco certero, quitarnos de una vez esta carga. Me hubiera cortado el temperamento con un cuchillo, pero pensaste que sería mejor seguir indagando cada hilo cosido, de aquellas sábanas de antaño. Vivíamos de recuerdos que debíamos coger y guardar. Aplastar, destrozar y enterrar.
Volver al pasado era algo imposible, pero algo nos hacía pensar que podía volver a suceder. No podíamos de nuevo, reconstruir, disfrutar, volvernos a enamorar como la primera vez. Y lo sabíamos. Pero era más fácil tirarte de la camisa con vivacidad y presionar mis fauces sobre tu cuello, esperando cualquier indicio para devorarte. Y es que, nos olvidábamos de que ya no teníamos quince años. “Estos juegos deben finalizar, Sam.”-Te repetía constantemente, que con astucia contestabas: “¿Qué juegos, cariño?¿Desde cuándo amar se ha vuelto un pasatiempo?”
Pero te equivocabas, Sam. Nos estábamos equivocando. Parecía como si aquellos gritos nos dieran vida y nos brindara el soplo que necesitábamos para seguir alentando la llama. Pero, eso no hacía más que fragmentarlo, fragmentarnos y resquebrajar las fibras del miocardio.
Constantemente, estábamos arrojándonos tierra, rastrojos de reproches y prejuicios, dolor que alguna vez nos lo tragamos sin compasión, asfixiándonos junto a aquellos vasos de tequila mezclados con una rabia demasiado concentrada. Debíamos aminorar la marcha, alentar los besos,  desvestirnos con la mayor delicadeza, analizar la pasión. Recordar, descifrar, volver a revivir lo que la mente ha relegado, pero que las expectantes manos recuerdan con viveza. Tapar los agujeros de las inseguridades y de los celos, de la envidia y el desenfreno. Sentir el más mínimo hormigueo en la yema de los dedos, cual mareo imprevisible. Recordando lo que una vez, nos vio empezar poco a poco, creciendo con ello, gradualmente.
Pero me fumé el cigarrillo de las mentiras, mientras me bebía a tragos vacíos, desnudos, la copa de las traiciones. Me quité el sujetador a quema ropa, con rabia en las caricias, con cicatrices que volvían a resurgir y me mutilaban las verdades.
Hiciste que me confundiera, que olvidara componer la sintaxis de mis versos, que engullera y perdiera, las vocales y las consonantes de mi vida. Tal vez sea porque, también, dejé demasiado abierta la ventana que tenemos en común y sin querer, la tinta de mi pluma se evaporó. Intenté atraparla, junto al viento, pero se me hizo imposible. Pretendí aún así, vivirlo todo con deseo, aún sabiendo que no tendría nada para poder después, rememorar lo vivido.
Quizás, es triste guardar e intentar extraviar lo pasado en una mínima cajita con algunos CDs, cartas y fotos que hace décadas que no ojeas. Pero aspiras, y exhalas un trabajado “Se acabó”, queriendo volver a escuchar de nuevo, como si con ello, pudieras cambiar el tamaño del compartimento.

Prometer amor eterno, en estos tiempos que corren, parece ser un billete anticipado al peor de los destinos.

Welcome back again

Después de tres años con el blog, con más ausencia que otra cosa... He decidido tomármelo algo más en serio. Dejarme de escupir tanto arcoiris y escribir. Escribir como siempre pero diferente. No ha pasado demasiado tiempo pero sí el suficiente para mirar desde distinta perspectiva mi alrededor y por lo tanto, plasmar mis ideas de manera algo oblicua a la que solía mostrar en el blog. Vuelvo con ilusión y espero que se vea reflejado de aquí en adelante. 
Las entradas que iré publicando serán de hace tiempo...

¡Qué suerte estar aquí, de nuevo !