15 septiembre, 2013

Despacio, deprisa y a lo loco

Dejo de imaginar, y por un instante, desapareces entre el horizonte de mis pupilas tiritantes. Me dejo llevar por la corriente de la ignorancia y acabo con mis labios a tres centímetros de los tuyos. Pero dejo que sea una coincidencia. Como todas esas que ocurren bajo las sábanas de mi cuarto cada viernes cuando nos quedamos a solas. Porque soy yo y  no tú, la que corre y se esconde. La que trata de ser la chica que desees que sea y me pierdo. Me olvido quién soy, hasta que llega el instante en que no sé dónde he acabado. Donde hemos acabado. Porque ya no sé si debo agregarte al verbo, a mis pensamientos o a mis actos. Debe ser coincidencia eso de que te roce con la yema de mis dedos mientras te digo mil veces que debes marcharte. Pero debo ignorar que quiero que te quedes. Dependemos siempre de lo que piensen, pues yo dependo de ti. Me haces sentir más ligera de lo que nunca seré y te quiero con fuerza, con rabia, con los ojos cerrados y abiertos. Te quiero despacio, deprisa y a lo loco. Te quiero sin pensarlo, a escondidas y en silencio. Te quiero a gritos, gritos en mi alma y en mi casa. Te quiero a oscuras, a la luz del día o bajo la manta. Porque te quiero sin reparos, siempre, siempre te quiero. Debes ser tú la causa de mi ajetreo emocional, pues mi cuaderno comienza a teñirse de amarillo apagado y el lápiz hace tiempo que está sin punta. Pero mis labios siguen húmedos, mojados de ti. Rociados de tu aroma y sigo aquí, sin escribir y cobijada en tus brazos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario