26 noviembre, 2013

Por sentir, siento voladores en los más profundo del estómago mientras la fiesta que comenzó en el lado izquierdo de mi pecho no hace más que aumentar y crecer a los lados de manera desmesurada; pues es como el tambor de una comparsa a punto de resquebrajarse la piel y salir para concederse el deseo de besarte. Por sentir, siento un hormigueo tan mágico en la punta de los dedos que me vibran los omóplatos y se me encienden los pómulos como luces de Navidad. Porque siento que es verano en lo más hondo de mi ser y no es más que diciembre en el calendario de los mortales. Pero tú, yo, vivimos en un julio infinito entre sábanas y películas de Julia Roberts. Chocolate caliente y caricias en el microondas. Mis labios te avistan desde la lejanía y deciden, sin tapujos, que es hora de mandarte un beso. No hago más que enviarte postales a la luna por si cuando estés pensando en mi, decidas visitarla. Y es que juegas a no quererme. He olvidado las reglas del juego y voy dando tumbos sin dirección. Solo deseo que me rescates...

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