23 noviembre, 2010

y sí, lloré...

Lloré sin querer... queriendo. No quise, de verdad.
Cerré lo ojos en un intento de no delatar las lágrimas que después cayeron al abrirlos. Empezaron a caer, sin cesar... una, dos, tres. Se acababa de formar una catarata inmensa, llena de dolor y sufrimiento que intentaba no mostrar por el hecho de llorar, que significaría debilidad por mi parte.
Veía un precipicio donde otros veían una simple bajada, escarpada pero seguía siendo bajada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario