28 noviembre, 2010

Ayer soñé. Fue tan real, que creí no estar soñando. Por un momento, creí que volaba contigo. Éramos unos héroes, o eso me parecía a mí. Luchábamos sin capa, sin súperpoderes y sin ningún otro objeto sacado de película, como esas norteamericanas de acción con onomatopeyas sonando cada medio segundo. En el atolondrado sueño, me sentí como siempre había querido. Imaginé que me querías, te adueñabas de lo que más quería y lo cuidabas. Mis entrañas, sentimientos, mis vísceras y... y mi órgano más importante era tuyo. Mi ser no tenía secretos para tí. Éramos uno. Te dije todo lo que sentía. Repetí hasta la saciedad que te quise, te quiero y siempre, siempre, te querré. Eternamente serás parte de mi vida, algo importante que me cambió. Me hiciste más fuerte, más valiente e hiciste que valorara todo lo que tenía. ¿Sabes? Me encanta ese lunar que tienes en la mejilla, la nariz respingona y esos ojos hechos para reflejarse en ellos. La forma en la que miras me enamora cada día. Tus bromas, son lo mejor de un mal día y las sonrisas que dejas volar por el aire que respiro. Cariño, como te repito cada día... Te quiero, con toda mi alma.

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