05 enero, 2011

... y memorizar la clave de la cuestión

Mis pupilas brillaban, con tanta intensidad que parecían querer salirse y concederse el deseo de besarte. Pero me dolían las costillas, fuertes y con tanto aguante que ni yo misma podría soportar la fuerza con la que latía ese perturbado y chiflado corazón, loco por salirse de aquel hueco oscuro y escabroso, donde nunca había visitas. Hubo un momento en el que las preguntas que me habían formulado tenían respuesta, pero todo aquel escenario cubierto de luces quedó apagado y con las puertas cerradas a su paso. Quise desatarme de las cuerdas que me unían a la cobardía y  la timidez, quise desatarme de tus cuerdas, de las que me hacían ser menos fuerte. Sin darme cuenta, me hacías caer en el pozo de la desesperación y la impotencia. Sin darme cuenta, tú hacías que no creyera en lo que siempre había soñado y lo que siempre quise ser. Poder pedir un libro de instrucciones y perderme en él por el laberinto de las palabras, aprenderme cada una de ellas y memorizar cada resquicio del papiro y  la clave de la cuestión: valorarme.

PD: Esta noche vienen mis 3 amigos de Oriente, sed buenos y seguramente os dejarán una caja llena de bombones rellenos de besos, chocolate con tropezones de abrazos y turrón del duro pero hecho a mano con caricias que llegan al alma; pero sobre todo mucho, mucho amor. ¿Dónde estará la caja? Sólo hay que saber buscarla :)

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